¿Cuándo somos malos o buenos?
¿Cuándo somos malos
o buenos? ¿Cuándo somos indignos de amor y respeto? ¿Cuándo mi amor no puede
ser expresado?
Si en esencia todos
somos sólo niños profundamente heridos, todos somos nada más que almas divinas
que buscan vivir, cantar y ser simplemente lo que son.
Porque realmente
todos somos sensibles, amorosos y perfectos, somos hijos de la perfección de la
vida del amor y de la naturaleza divina; ¿qué puede estar mal en tu ser?
Porque realmente
somos solo almas genuinas profundamente dolidas y distraídas. Distraídas de la
vida perfecta y hermosa a la cual pertenecemos. Distraídas de la fuente, del
amor y de los ojos del otro, esos ojos que son espejos, esos ojos que nos
recuerdan quiénes somos, esos ojos que nos regalan un poco de vida cada vez que
nos miran, porque son los ojos del amor, son ojos igual que los tuyos, puros y
completamente inocentes de todo.
Porque lo único que
hacemos es lo que podemos, porque tus errores en realidad no son nada más que
maneras de sobrevivir, sobrevivir a las heridas profundas de nuestro corazón,
ese corazón de niño, y él, él no tiene la culpa de nada, tenés de saberlo, él
no tiene la culpa de nada, sólo intenta que sanes sus dolores.
Porque tu propósito
es mágico y sin igual, porque sos importante y vital, porque no es verdad que
sos sólo un punto insignificante del universo, porque en realidad sos
maravilloso y único, sos lo que el universo necesita para seguir, al igual que
necesita de las plantas, de los gatos y las liebres, de las mariposas y las
cucarachas. Tu ser es único e irrepetible, déjalo salir, que juegue y se
embarre, que grite tanto de tristeza como de felicidad pero que grite, que
grite tan fuerte que el planeta lo sienta, sienta a ese ser indispensable y
maravilloso para él, que tu fuerza sea una fuerza de vida y creación, que
refleje tu fuente, que revele de dónde saliste.
Sos sólo un niño
profundamente herido que necesita sanar, sos nada más que único e irrepetible,
sos sólo un niño que necesita salir a jugar porque necesita “equivocarse” y
enterarse dónde está y de dónde viene. Él necesita saber que existe el aquí y
el ahora, y que eso es lo único que importa.
Ese niño tiene
derecho a ser quien es. Ese niño es nada más y nada menos que una extensión de
la divinidad. Ese niño sólo necesita ser abrazado y amado. Es tan digno como
todos de dar y recibir todo el amor que fue el que le creó.
¿Entonces, quién es
“malo”?
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Cuéntame, ¿qué piensas al respecto?
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Texto: Natalia Mendoza
Cuéntame, ¿qué piensas al respecto?
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