La simplona

Nada es para siempre.
Ni existe ayer ni mañana.
Y me costó muchas horas de dolor
entender que nada es para siempre,
que el agua no se detiene y que debía perderte.
No soy lo que esperaba, ni soy lo que querías.

No existe final feliz, porque no existe un final,
siempre todo es continuar, todo se transforma,
nada muere ni se estanca, nada estorba ni enceguece,
todo es. Todo es.

Estoy y me derrumbo con el beso de mi hermana,
como si llevara toda la primavera en sus labios.
Siento hasta después de horas el escalofrío desde
mi mejilla hasta mis hombros y mis brazos.

Me quedo tan indefensa ante un abrazo cualquiera...
Por eso duele,
e intento deshacerme
de los brazos que me regalan un poco de magia.
Porque no quiero que vean lo simple que soy,
no quiero que vean
que los ojos de cualquiera me pueden
esclavizar en solo un segundo.

Por eso prefiero quedarme
sola
en mi cama imaginando los abrazos que no dí
por miedo a ser descubierta tal y como soy,
tan simple y sin misterio.

Prefiero que todos crean
que me guardo cosas para mi,
historias,
personas,
encuentros,
canciones...
Y así crean que soy más interesante y más sofisticada,
más opulenta, más fastuosa, refinada, distinguida, lechuguina, petimetre.

Quiero que me tengan en sus mentes hidalgo como ninguna.

Perdón vieja amiga por no contestarte las llamadas,
perdón por cancelar las salidas.
Pero por todo lo que explique antes
no puedo dejar que me veas tan fea y zarrapastrosa
con mis mocos aguachados saliendo sin parar,
mezclándose con mis lágrimas saladas y apestosas.

Pero si de algo soy esclava,
sometida sin piedad, es
del deseo de reconocimiento.
Lloran mis huesos
porque quieren que alguien los recuerde
el día en que vivan con los gusanos y cucarachas.

Tienen tanto miedo de ser olvidados,
de acabar como lo hace el cuerpo.
Yo intento decirles que se tranquilicen,
que no funciona así,
y que de todos modos
todo el mundo muere,
todos los huesos van al hotel de gusanos tarde o temprano.

Y a veces se calman
y meditan
para no pensar en eso.
Pero al rato los encuentro meditando
con un ojo abierto para asegurarse
que los demás vean lo espirituales que son.
Y vuelve la mula al trigo...

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