Siempre, este instante
Puedo desahogarme tan hermosamente con las palabras, igual que con las lágrimas.
Es como si mi otro yo me dictase lo que tengo que escribir, eso justo para poder renacer.
Eso justo para poder sanar y ser feliz, incluso en la peor de las tristezas, como la de recordarle.
Entender que somos destellos de luz en la inmensidad es entender nuestra existencia.
Es comprender que somos y dejamos de ser en un instante. Sólo éste instante. No existe nada más.
Hay tantas cosas que me llegan al corazón. En realidad, creo que todo me toca el interior.
Todo converge allí, todo me hiere y me conforta. Todo me da y me quita al mismo tiempo.
Esas pequeñas cosas que ocurren a mi alrededor: rostros que veo, olores, texturas de alguna pared, la luz de una sala cálida, la camisa de alguien que vi pasar y me recordó la tuya, una voz conocida, una palabra, el aliento de un gatito, la sensación de andar descalza, una vieja canción que hace tiempo no recordaba, el recuerdo de una ex maestra de mi infancia, el recuerdo de tu abrazo. Tu mirada fría, hostil, indiferente.
Tu recuerdo.
Tu recuerdo es el que no se va nunca.
Tu recuerdo es el que se queda a pesar del "tiempo-espacio", sin importar.
Y no tengo ganas de que importe nada más, ni tengo ganas de que tenga una explicación, no tengo ganas de que signifique algo. No tengo ganas de dejar de extrañarte, ni tengo ganas de que se me pasen las ganas. Pero aún así, no tengo ganas de hacer nada al respecto con lo que siento.
Es como si mi otro yo me dictase lo que tengo que escribir, eso justo para poder renacer.
Eso justo para poder sanar y ser feliz, incluso en la peor de las tristezas, como la de recordarle.
Entender que somos destellos de luz en la inmensidad es entender nuestra existencia.
Es comprender que somos y dejamos de ser en un instante. Sólo éste instante. No existe nada más.
Hay tantas cosas que me llegan al corazón. En realidad, creo que todo me toca el interior.
Todo converge allí, todo me hiere y me conforta. Todo me da y me quita al mismo tiempo.
Esas pequeñas cosas que ocurren a mi alrededor: rostros que veo, olores, texturas de alguna pared, la luz de una sala cálida, la camisa de alguien que vi pasar y me recordó la tuya, una voz conocida, una palabra, el aliento de un gatito, la sensación de andar descalza, una vieja canción que hace tiempo no recordaba, el recuerdo de una ex maestra de mi infancia, el recuerdo de tu abrazo. Tu mirada fría, hostil, indiferente.
Tu recuerdo.
Tu recuerdo es el que no se va nunca.
Tu recuerdo es el que se queda a pesar del "tiempo-espacio", sin importar.
Y no tengo ganas de que importe nada más, ni tengo ganas de que tenga una explicación, no tengo ganas de que signifique algo. No tengo ganas de dejar de extrañarte, ni tengo ganas de que se me pasen las ganas. Pero aún así, no tengo ganas de hacer nada al respecto con lo que siento.
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